Los cirujanos fantasean con operaciones complicadas e
inverosímiles.
Alguien se desmaya en un restaurante y le abren con un
cuchillo de postre o reemplazan una válvula con una
zanahoria.
Casi todas nuestras fantasías se desvanecen al despertarnos y
quedan desterradas en lo más profundo de la mente.
Aunque a veces, si nos esforzamos, podemos vivir ese sueño.
La fantasía es sencilla.
El placer está bien.
Y a dos bandas es mejor.
El dolor es malo.
Y no sentir dolor es mejor.
Pero la realidad es diferente.
El dolor existe porque quiere decirnos algo.
Y si es posible disfrutar sin acabar con dolor de estómago,
quizá esté bien.
Quizá algunas fantasías, sólo deban existir en
sueños.
s!MpleMeNte DuLCe...
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